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Destino manifiesto

Expansionismo e imperialismo

Por Thomas Hietala

Westward Ho (¡Vamos al oeste!) por John Gast

A mediados de la década de 1840 Estados Unidos experimentó su crecimiento territorial más rápido. La nación anexó Texas en 1845, adquirió Oregon (situado al sur de los 49° de latitud norte) en un tratado con Gran Bretaña en 1846 y conquistó y retuvo California y Nuevo México durante la guerra entre Estados Unidos y México. La nación también obtuvo vastas cesiones de tribus de indios estadounidenses, que fueron reubicadas en regiones remotas e indeseables como parte de un proceso que comenzó en el siglo xvii.

El periodista John L. O'Sullivan atribuyó esta notoria expansión al "destino manifiesto", un nombre que los estudiosos todavía utilizan para describir esa década. Pero O'Sullivan no formuló una definición clara ni coherente del destino manifiesto. En 1845, explicó que la frase significaba que Estados Unidos estaba predestinado a controlar todo el continente porque ésa era la voluntad de Dios. Pero O'Sullivan pronto abandonó su doctrina original. En 1846, apoyó una guerra de conquista contra México y en 1848 impulsó la idea de que Cuba y Yucatán debían convertirse en parte de Estados Unidos, ya sea a través de la compra o de la fuerza. O'Sullivan acuñó una frase pegadiza para el expansionismo de la década de 1840, pero su concepto no explica los motivos, los medios ni los objetivos que había detrás del engrandecimiento.

La evidencia histórica sobre este tema es abundante, contradictoria y con frecuencia engañosa. Los presidentes John Tyler y James K. Polk, sus asesores y sus partidarios en el Congreso apoyaban las adquisiciones territoriales, pero sus razones para hacerlo variaban enormemente. Aunque a veces apelaban a la idea del destino manifiesto para justificar la expansión, principalmente buscaban tierras, mercados y puertos para fines materialistas, no idealistas. Al igual que otros imperios, Estados Unidos buscaba poder, riqueza, seguridad y movilidad para una población en rápido crecimiento. Los estudiosos generalmente concuerdan en que Estados Unidos rivalizaba con otros imperios modernos en cuanto a la rapidez y el grado de expansión. Sin embargo, difieren en cuanto al grado de similitud que había entre Estados Unidos y las potencias imperiales tradicionales como Gran Bretaña, Francia, España y Rusia. Estados Unidos, como sus rivales, obtuvo sus territorios por medios aceptables y por medios sucios. Sin embargo, la principal diferencia radicaba en que los líderes estadounidenses en la década de 1840 evitaban el colonialismo y el militarismo. Pensaban transformar sus adquisiciones en estados de iguales condiciones que los que ya formaban parte de la Unión.

Cuando O'Sullivan introdujo la idea del destino manifiesto en 1845, predijo que su país adquiriría California del mismo modo que acababa de adquirir Texas. Los pioneros probarían suerte en California, eclipsarían a los mexicanos y a los indios, obtendrían la independencia y luego buscarían ser admitidos en la Unión. Antes de la guerra entre Estados Unidos y México, Thomas Ritchie, que había sido convocado por el presidente James K. Polk para ir a Washington D.C. a editar un periódico favorable a su administración y sus políticas, resaltó la honestidad de las cesiones anteriores. "Nuestro gobierno no se extiende por medio de la espada", escribió. "Se extiende por sus propios méritos." Sin embargo, Polk y su gabinete no tenían paciencia como para esperar a que los "propios méritos" de la nación, sus pioneros o la providencia actuaran para obtener California. En lugar de eso, ordenaron al general Zachary Taylor y sus tropas que intervinieran en el territorio en disputa que se extendía entre el río Nueces y el río Bravo.

Tanto Estados Unidos como México cometieron errores de cálculo en 1846. Menospreciando al gobierno y al ejército de México, Polk y sus asesores trataron de intimidar a los funcionarios mexicanos para que cedieran California y otras provincias a Estados Unidos a fin de pagar las deudas pendientes que tenían con ciudadanos estadounidenses. México, por su parte, se equivocó al evaluar la capacidad de su vecino del norte para armar y equipar un ejército eficaz. Peor aún, los líderes mexicanos calcularon mal la capacidad de su nación para convocar a la iglesia, al ejército y a la gente para rechazar a los invasores. Aún heridos por la pérdida de Texas, los líderes mexicanos juraron resistirse a un desmembramiento mayor. Pero al intentar vengarse por una derrota anterior, perdieron California y Nuevo México.

Algunos estudiosos aseveran que Polk incitó a México a la guerra a propósito. Aunque actuó provocadoramente, aparentemente esperaba alcanzar sus objetivos sin recurrir a la guerra. El derramamiento de sangre de 1846 significó un fracaso (y no un éxito) en su estrategia. Polk desplegó el ejército para ganar territorio en una maniobra que alarmó a los liberales. A dos meses de iniciada la guerra, el representante de Massachusetts George Ashmun, cuestionó al presidente. "Ya no se finge que nuestro propósito sea rechazar una invasión", protestó, "la máscara se cayó; el velo se levantó; y vemos invasión, conquista y colonización estampadas sobre nuestros estandartes". Ashmun y otros liberales no podían reconciliar el accionar de Polk con los ideales de inocencia y excepcionalismo. Los demócratas, sin embargo, replicaron que Polk era irreprochable. Cuando la guerra terminó, el senador Sidney Breese de Illinois argumentó que se había mantenido el compromiso histórico de su país con la paz y el honor nacional. "Desde el nacimiento de nuestra nación, señor, nunca hemos dado ocasión para la guerra, ni siquiera con las tribus bárbaras de nuestras fronteras", insistió. "Nos enorgullece. . . que toda nuestra historia se pueda explorar y que ni un solo acto de injusticia nacional se pueda encontrar en sus páginas; ni una mancha de ese tipo en nuestro blasón nacional."

Los políticos, los editores, los soldados y los ciudadanos querían más territorio por varias razones. En el caso de Texas, la administración de Tyler buscaba evitar la abolición de la esclavitud allí, controlar un potencial rival en la producción de algodón, proporcionar un lugar seguro para los amos y sus esclavos, evitar que Gran Bretaña mantuviera independiente a Texas y cumplir con los deseos de la mayoría de los texanos de pasar a formar parte de Estados Unidos. En el conflicto por Oregon, los demócratas esperaban dominar el comercio asiático, proporcionar tierras para futuros pioneros y salvaguardar a los ciudadanos que ya estaban asentados allí. La guerra contra México y la estrategia de la conquista reveló un deseo de asegurar el límite en el río Bravo, satisfacer reivindicaciones contra México y adquirir California para monopolizar el comercio con Asia. Los demócratas deseaban proporcionar abundantes tierras para los pobres de la nación y para futuros inmigrantes. Para alcanzar este loable objetivo, sin embargo, se valieron de sobornos, intimidaciones y guerra a fin de arrebatarles sus tierras a los indios estadounidenses y a los mexicanos. Aunque muchas veces eran idealistas, también eran racistas y materialistas.

Sin las encuestas de opinión ni los plebiscitos de esta época, los estudiosos tenían datos limitados a la hora de medir la popularidad del expansionismo. Cada estado era diferente y la actitudes cambiaban con el tiempo. La guerra, por ejemplo, despertó mucho más entusiasmo a mediados de 1846 de lo que ocurrió un año más tarde. Polk ganó en 1844 sobre una estridente plataforma partidaria que demandaba la "reanexión" de Texas y la "reocupación" de Oregon. Pero su partido perdió influencia en el Congreso después del comienzo de la guerra y perdió la presidencia en 1848. Ninguna otra década trajo aparejada la expansión de la década de 1840, pero los líderes y los grupos privados continuaron buscando más tierras de los indios estadounidenses, de los países centroamericanos y de los gobiernos europeos. Algunos aventureros recurrieron a expediciones intervencionistas a Cuba y Nicaragua. Entre los que apoyaban estos ejércitos privados estaba John L. O'Sullivan. Con el gobierno nacional estancado con respecto al tema de la esclavitud y su extensión después de la guerra entre Estados Unidos y México, los aventureros que buscaban nuevos territorios esclavistas, oportunidades comerciales o gloria personal planeaban, financiaban y a veces dirigían invasiones y ocupaciones privadas a naciones y colonias latinoamericanas. Estos filibusteros generalmente provenían del sur y el más conocido de ellos fue William Walker, cuya ejecución en Honduras en 1860 marcó el ignominioso fin de estos esfuerzos no oficiales de extender la esclavitud sureña más allá del río Bravo.