Batallas de la Guerra
La Toma de Monterrey
La toma de Monterrey se produjo el 25 de septiembre de 1846, después de una semana de maniobras, escaramuzas, asaltos brutales y de una lucha a muerte, casa por casa. El 19 de septiembre, el general Zachary Taylor trasladó su ejército de 6,640 hombres a la posición situada al norte de la ciudad, reconoció los posibles accesos y se apoderó al día siguiente del camino que llevaba a Saltillo. Un ejército mexicano de 5,000 hombres al mando del general Pedro Ampudia esperaba detrás de fortificaciones, totalmente imposibilitado para recibir refuerzos.
Taylor planeaba un asalto de dos flancos el 21 de septiembre en el que la división del general William J. Worth atacaría desde el oeste y sudoeste mientras que el ejército profesional, temporalmente al mando de John Garland, embestiría contra las defensas del este de Monterrey. El asalto de Worth tomó posiciones importantes sobre la loma de la Federación, luego se trasladó para tomar los reductos del cerro de la Independencia, así como para dar a las tropas estadounidenses la poseción de las cumbres que dominaban la ciudad.
La lucha por el este de la ciudad se dificultó y el comando de Garland necesitó de la ayuda de las reservas del general William O. Butler para finalmente tomar las posiciones mexicanas de La Tenería, Fortín del Diablo y el puente de la Purísima. Con las fuerzas estadounidenses al este y al oeste, Ampudia incorporó sus líneas al día siguiente, fortificó las casas que rodeaban la plaza central, la catedral y la imponente ciudadela de Fuerte Negro.
La lucha se reanudó el 23 de septiembre y los estadounidenses consiguieron importantes triunfos antes de recibir la orden de replegarse al atardecer. Al día siguiente, la artillería estadounidense comenzó un bombardeo sistemático de las posiciones mexicanas, lo que llevó a Ampudia a solicitar una negociación. Los dos generales acordaron un armisticio de ocho semanas y las fuerzas mexicanas se marcharon con sus armas el 25 de septiembre para dejar la ciudad en manos de los estadounidenses. El presidente James K. Polk se enfureció por ese acuerdo y, posteriormente, conspiró para acabar con la carrera de Taylor. Entre muertos y heridos, Estados Unidos perdió 450 hombres y los mexicanos sufrieron la misma cantidad de pérdidas.