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James K. Polk

James K. Polk (1845-1849)

 

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Con la cuestión de Texas en camino hacia una resolución, Polk volcó su atención al asunto de la frontera del Oregón. Polk, al igual que los británicos no tenía la mayor intención de luchar una guerra por la región de Oregón, pero no había descartado el uso de las demandas más radicales para fortalecer sus esfuerzos de llegar a un arreglo en la disputa fronteriza. Jugaba un juego peligroso. Polk se negó a ceder a pesar de los temores de que su actitud inflexible involucraría a Estados Unidos en una guerra contra la Gran Bretaña. Al mismo tiempo, el problema adquiría una mayor urgencia.

Las relaciones con México se acercaban a una crisis, y Polk tenía su atención dividida entre las dos situaciones. Como con su política respecto a Texas, existían insinuaciones de que tenía a California en mente. El arreglo sobre la cuestión del Oregón podría disuadir a la Gran Bretaña de adquirir California (cosa que fue percibida como una amenaza real en 1845), dejando el camino libre para la adquisición estadounidense por medio de negociaciones con México. El curso político de Polk era audaz y osado; al mismo tiempo estaba convencido de que era uno pacífico.

A 15 meses de haber asumido la presidencia, Polk presidió la añadidura a Estados Unidos de dos inmensas regiones: Texas y Oregón, no sólo cumpliendo con su promesa de la plataforma demócrata sobre la cual había sido electo, sino también acercándose a la realización de su sueño de expansión continental. Seguía pendiente la adquisición de California. Esta también se había puesto en marcha.

Tanto en Texas como en Oregón, Polk resolvió con ventaja final para Estados Unidos problemas que había heredado de una administración anterior. Esto fue igualmente cierto respecto al deteriorado estado de las relaciones estadounidenses-mexicanas. Dos fueron los problemas que llevaron dichas relaciones a una crisis: la cuestión de la deuda y el asunto de la anexión de Texas.

La frecuencia de la revolución, exacerbada por la incapacidad de los extranjeros de apreciar las diferencias culturales, resultó frecuentemente en la pérdida de propiedad (y a veces de vidas) de parte de nacionales extranjeros. Aunque Jackson una vez había amenazado con guerra a México por el asunto de la deuda, el curso de Estados Unidos había sido pacífico. El asunto fue sometido al arbitraje, el tamaño de la deuda disminuido y México acordó pagarle a plazos a los Estados Unidos. Después unos cuantos abonos, México falló en su compromiso económico. A muchos estadounidenses les parecía que California era un pago adecuado para saldar la deuda pendiente de México con Estados Unidos, especialmente ahora que un gran número de emigrantes cruzaban las llanuras y montañas para instalarse en los valles interiores de California.

Polk eligió a John Slidell, congresista de Luisiana, para mandarlo a México con instrucciones de asegurar el reconocimiento por parte de los mexicanos del Río Bravo (Río Grande en Estados Unidos) como frontera a cambio de la cancelación de la deuda y ofrecer la compra de California y Nuevo México por una cantidad no determinada de dinero. Texas fue admitido como estado de la Unión en diciembre de 1845 y poco después, se le ordenó al ejército del general Zachary Taylor que tomara nuevas posiciones en la ribera del Río Bravo. Al llegar a Washington las noticias de que la misión de Slidell había fracasado, Polk se preparó para adoptar "fuertes medidas contra México", pero las demoró hasta que se arreglara la cuestión de Oregón que para entonces llegaba a su clímax. Recibió un despacho del general Taylor. Las fuerzas mexicanas habían cruzado el Río Bravo y habían entablado combate con las tropas estadounidenses, lo cual produjo pérdida de vidas. El 11 de mayo de 1846, Polk envío su mensaje de guerra al Congreso.

En su administración de la guerra, Polk contribuyó significativamente a la definición del papel del presidente como comandante en jefe y su ejercicio del poder militar se convirtió en modelo para presidentes futuros. Él asumió total responsabilidad por la dirección de la guerra al tomar la iniciativa en asegurar la legislación y el financiamiento de la guerra, decidió estrategias militares, designó generales y definió sus instrucciones, dirigió los esfuerzos de suministros y coordinó el trabajo de varias oficinas y departamentos del gabinete. Insistió en estar informado de cada decisión que tomaran los funcionarios de su gabinete. Polk fue, como apuntó un escritor, "el centro del cual dependía todo lo demás".

Cuando Polk le presentó al Congreso su mensaje de guerra, anticipó un conflicto breve. Efectivamente, esperaba que México pidiera la paz en las primeras semanas, en los primeros meses de la guerra; pero los gobiernos mexicanos, a pesar de una ininterrumpida serie de derrotas militares, se negaban a rendirse. A poco tiempo de comenzada la guerra, Polk buscó maneras de terminarla.

Con el fracaso de los intentos de paz, Polk decidió abrir la ofensiva contra la ciudad de México desde Veracruz y a regañadientes nombró a cargo al general Winfield Scott. Confiado de que esta operación daría fin a la guerra, asignó a Nicholas Trist, funcionario en jefe del departamento de estado, a que acompañara a Scott y le dio la autoridad de suspender las hostilidades y entrar en negociaciones de paz cuando México estuviese receptivo. Sus instrucciones eran pedir la cesión de la Alta y la Baja Californias y de Nuevo México, la cancelación de la deuda y el pago de $15 millones a México.

No fue sino hasta finales del verano, con el ejército de Scott en la ciudad de México, que Antonio López de Santa Anna por fin asignó comisionados para que se reunieran con Trist. Sin embargo no hubo acuerdos. Aumentó la impaciencia de Polk. Finalmente, en octubre de 1847, frustrado y agotándosele la paciencia, Polk le pidió a Trist que volviera.

Sin embargo Trist estaba decidido a concluir un tratado de paz con México. Hizo caso omiso de la orden de Polk y siguió en contacto con sus contrapartes mexicanas. El Tratado de Guadalupe Hidalgo siguió las instrucciones originales de Trist (excepto por la no cesión de la Baja California). Aunque Trist negoció y firmó el acuerdo sin autoridad diplomática, Polk lo aceptó y a finales de febrero remitió el tratado al Senado para su ratificación. A finales de mayo el tratado fue ratificado por México.

Cuando Polk presentó su cuarto y último mensaje anual al Congreso en diciembre de 1848, señaló orgullosamente el cumplimiento del destino expansionista de Estados Unidos. En menos de cuatro años, se habían añadido a Estados Unidos casi 1’200,000 millas cuadradas de territorio, cuya extensión representaba la mitad de la nación antes de esa adquisición.

Polk se mantuvo firme en su promesa de servir sólo un término como presidente y a pesar de las peticiones de muchos de sus amigos, se negó a permitir que su nombre fuera presentado en la convención demócrata de 1848. El conflicto de extender la esclavitud a la cesión territorial mexicana lo preocupaba y quedó claro que el partido estaba seriamente dividido al respecto. La preocupación dio lugar a la depresión. Todo por lo que había trabajado parecía verse amenazado por un problema que no había previsto.

El 5 de marzo de 1849, Zachary Taylor asumió las riendas del gobierno y esa noche Polk y su esposa comenzaron su retorno a casa. Polk volvió a Tennessee físicamente agotado y enfermo. El 15 de junio de 1849, apenas tres meses después de haber dejado la presidencia, murió inesperadamente. Tenía 54 años de edad.

Aunque no poseía carisma y ha sido juzgado por muchos de sus contemporáneos como aburrido y soso, Polk le trajo a la presidencia una cualidad dinámica que muy pocos ocupantes del cargo han logrado. Le entregó a sus funciones toda su energía, trabajando incansablemente para alcanzar sus metas. Trabajaba largas horas; no eran inusuales las jornadas de 12 horas. Polk muy pocas veces salía de la capital del país y en sus cuatro años como presidente sólo una vez tomó unas vacaciones breves. Polk dejó tras de sí un monumento a su energía y a su tenaz determinación. En raras ocasiones un presidente ha llevado a cabo programas tan ambiciosos y de tanto alcance como Polk en ese breve espacio de cuatro años.


Reproducido del libro "The American President: The Office and the Men" (El Presidente Americano: Su Mandato y Funcionarios) páginas 218-245. Con permiso de la editorial, Salem Press, Inc. Derechos Reservados 1986, Salem Press, Inc.

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