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Batallas de la Guerra

La Batalla de Buena Vista

La batalla de Buena Vista del 23 de febrero de 1847 fue, quizá, el combate más impresionante de la guerra entre Estados Unidos y México. Después de la batalla de Monterrey en septiembre de 1846, el presidente James K. Polk ordenó que la mayor parte de los soldados veteranos y el ejército de efectivos regulares, que se encontraban bajo las órdenes de Taylor, se incorporaran a una expedición al mando del general Winfield Scott, la cual llegaría a Veracruz y marcharía rumbo a la Ciudad de México. Taylor defendería su posición cerca de Saltillo con una tropa de 5,000 soldados inexpertos.

Litografía por Frances Flora Bond basada en "La batalla de Buena Vista" de Joseph H. Eaton
Litografía por Frances Flora Bond basada en "La batalla de Buena Vista" de Joseph H. Eaton
Museo Amon Carter, Fort Worth

El general mexicano, Antonio López de Santa Anna, reconociendo que se trataba de una oportunidad militar, se movilizó rápidamente para sorprender a los estadounidenses mientras estos se trasladaban. Santa Anna y un ejército de 20,000 hombres apresuraron su desplazamiento hacia el norte desde San Luis Potosí para derrotar a Taylor antes de dirigirse al sur para enfrentar a Scott. Taylor, al enterarse del movimiento mexicano desde su posición, desplegó sus tropas (que eran inferiores en número a las mexicanas) en un paso de montaña cercano a la Hacienda Buena Vista, donde sus escasos hombres podrían rendir al máximo.

El 22 de febrero Santa Anna pidió a Taylor que se rindiera, pero no lo consiguió. Los mexicanos, entonces, sostuvieron una escaramuza con los estadounidenses para establecer sus posiciones y el número de sus efectivos. A la mañana siguiente, Santa Anna ordenó a sus soldados atacar con todas sus fuerzas y, para el mediodía, ya había roto la línea estadounidense. Taylor lanzó al ataque sus únicas reservas, el Primer Regimiento de Fusileros de Mississippi al mando del coronel Jefferson Davis, quien estabilizó la línea de batalla de los Estados Unidos al hacer perder de rumbo a la avanzada de la caballería mexicana, con lo cual se detuvo el ataque de Santa Anna.

Taylor imprudentemente ordenó a sus hombres que esa tarde contraatacaran al aún peligroso enemigo y las tropas estadounidenses se lanzaron precipitadamente a una batalla fulminante. La audacia del ataque dio por tierra con el golpe final que Santa Anna había planeado y, ante ese tropiezo, el ataque mexicano se detuvo al anochecer. Más de 3,400 hombres de Santa Anna resultaron muertos o heridos, mientras que Taylor sólo perdió 650. El ejército mexicano declaró la victoria al día siguiente y se retiró.