Los Consecuencias
El legado de la guerra entre Estados Unidos y México
Por Miguel Soto
Universidad Nacional Autónoma de México
Durante mucho tiempo, los mexicanos han sentido que su generosidad y buena voluntad hacia los estadounidenses han sido correspondidas con abuso y perfidia por sus vecinos del norte. La guerra entre los dos países representa el extremo de dicha relación desequilibrada. Si bien no hay duda de que el expansionismo estadounidense de la década de 1840 fue una fuerza importante en el comienzo de la guerra, algo que muchos mexicanos no han reconocido es la falta de capacidad de la nueva nación para poblar sus propios territorios en los años de la década de 1820.
Cuando las autoridades nacionales y locales cedieron enormes áreas de Texas, lo hicieron en reconocimiento de su necesidad de potencial demográfico para poblar un territorio que se había usado en varias ocasiones como plataforma militar. (Para los oficiales locales, tales concesiones tenían el atractivo elemento adicional de intentar controlar el creciente comercio estadounidense que empujó a varios grupos de indios americanos a establecer colonias en la frontera). Por consiguiente, en ambos casos, era una cuestión de seguridad, local o nacional, que las autoridades mexicanas no podían satisfacer. Asimismo, durante la guerra mucha gente no pudo darse cuenta de que la mayoría de los mexicanos, más que luchar contra los estadounidenses, se peleaban entre sí. La imposibilidad de integrar un esfuerzo unificado ante el enemigo extranjero sólo hizo que fuera más fácil para Estados Unidos apoderarse de los territorios norteños.
Hoy en día, cuando las tendencias principales en los diferentes hemisferios son la globalización y varias instancias de interacción económica y social, la suposición y el reconocimiento de dichas responsabilidades del pasado, así como del presente, se convierten para los mexicanos en un inequívoco deber.